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Beck, Silvia y Fabre, Alejandra - LA INFLUENCIA DE LA SITUACIÓN DE EXILIO...


La influencia de la situación de exilio en la producción literaria de Ovidio

                                             Profesoras Alejandra Fabre y Silvia Beck

     En el presente trabajo trataremos de demostrar que el exilio, entendido como situación de enunciación, ha producido marcas significativas y sustanciales en los elementos de estilo del poeta Publio Ovidio Nasón.  Para ello, hemos centrado nuestro análisis  en la comparación de textos que el autor ha escrito antes  y durante el exilio al que el emperador Augusto lo forzó a partir del año 8 d. C.
   En principio debemos aclarar que no son motivo de análisis aquí las causas que llevaron al Emperador a decidir el castigo hacia el poeta; bien conocido es el trabajo que al respecto han realizado críticos e historiadores notables. Sin embargo, nos parece necesario señalar algunas peculiaridades del exilio de Ovidio. En primer lugar, es un exilio forzado y no voluntario como el de algunos otros escritores que han decidido la partida o el éxodo ante una sociedad que no los promueve o contiene. En Ovidio esto es completamente diferente, él era feliz en la Urbs, se sentía como pez en el agua, era su mundo y él gozaba de una posición privilegiada allí. En segundo lugar, su exilio parece no tener causas políticas, es decir, la decisión del César sí las tiene, pero la conducta de Ovidio no es aparentemente una conducta de accionar político dirigida a deteriorar el poder y quebrarlo. No es Ovidio un luchador político contrario a Augusto ni a su gobierno. Es un poeta que disfruta del favor del emperador y de su círculo mientras la gran metrópolis le ofrece los mejores escenarios para disfrutar de la vida. Quizás sea por eso que para Ovidio el exilio aparece como doblemente injusto, porque si ha cometido una falta lo ha hecho inconscientemente sin saber que podía ser castigado con tan dura pena.
Hecha esta aclaración, hemos considerado pertinente comenzar nuestro trabajo con una conceptualización de la situación de exilio basada en la crítica contemporánea para luego introducirnos en el análisis de las obras de nuestro autor. Evidentemente deberemos realizar una comparación constante entre Ars Amandi  y Tristia para poder establecer de qué manera el exilio ha influido en lo que podremos llamar las marcas de estilo de Ovidio. Como es de esperar, nuestro análisis no podrá abarcar en este espacio la totalidad de dichas marcas y es por eso que hemos decidido acotar nuestro trabajo a dos aspectos fundamentales: por un lado los aspectos de carácter más formal, aunque sabemos que no podemos realizar un corte entre la forma y el contenido ya que ambos están íntimamente implicados, tales como las cuestiones de género, las funciones textuales, la preeminencia de una u otra persona gramatical y la extensión y, por otro lado, las marcas que se refieren más específicamente a las cuestiones temáticas tales como el dolor, la pérdida, la inseguridad, la función de la escritura en la situación adversa, etc..
Con respecto a estos temas nos parece acertado recordar las palabras del poeta uruguayo Mario Benedetti, quien ya en los tiempos finales de su exilio reflexiona: “(...) el escritor que vive desgajado de su suelo y de su cielo, de sus cosas y de su gente no es alguien que aborda el exilio como un tema más, sino un exiliado que, además, escribe”. [1] 
El exilio como situación de enunciación
   En coincidencia con José Luis de Diego, consideramos el exilio como un lugar de enunciación, lugar físico y anímico desde donde el escritor se ve obligado a seguir viviendo. Pero en el caso de los escritores, el exilio aparece como un doble exilio. Esto se debe a que la actividad misma de la escritura literaria puede ser vista y considerada en sí misma como un primer exilio, voluntario y buscado en este caso. Es decir, si la lengua madre es el hogar, la patria y la ley, el escritor al infringir el orden legal de esa lengua y alterarlo, queda fuera de esa patria. Al respecto, el escritor Juan Martini reflexiona: “Quien escribe renuncia al orden establecido, infringe leyes, rompe pactos, queda fuera de la comunidad y en las fronteras de la lengua común”[2] Según esta postura ideológica, Ovidio ha sido un doble exiliado: por un lado ha emigrado voluntariamente de la lengua-patria común y lo ha disfrutado y, por otro se ha visto obligado a seguir siendo un escritor en un exilio forzado que ha modificado su propia escritura de manera sustancial.

Marcas formales

   En principio y tal como fue enunciado en el plan del trabajo, nos referiremos a la influencia que la situación de exilio ha ejercido en los aspectos más manifiestos del estilo del poeta, es decir, manifestaciones formales que de una u otra manera ponen en evidencia transformaciones más profundas que tienen que ver con la posición que el autor adopta frente a la realidad. Dichas modificaciones se pueden enumerar como: el género, la extensión, la función textual predominante y, en consecuencia, el uso de la primera persona gramatical.
                En Ars Amandi, obra en verso estructurada en tres libros de entre setecientos cincuenta y ochocientos versos cada uno, el autor instruye sobre las técnicas de seducción. Ovidio parodia la poesía didáctica de los viejos poetas. Poesía sí, pero paródica de la poesía tradicionalmente instruccional. Las características formales de la obra permiten apreciar que en esos tiempos el poeta formaba parte de los intelectuales que, a través de sus producciones, recreaban la cultura vigente. Había en Roma espacio suficiente para generar nuevas formas artísticas.  Esto se aprecia en la soltura y capacidad del poeta de poder enseñar y decir qué hacer. En esta Roma el poeta tenía voz para instruir a otro, de allí la presencia casi exclusiva de la 2º persona. En efecto en el Libro Primero de su Ars Amandi Ovidio comienza a utilizar la segunda persona dirigiéndose a un lector enunciatario entendido como miles a partir del verso 35, “Principio, quod amare uelis, reperire labora,/ Qui noua nunc primum miles in arma uenis.” [3] ya finalizados los versos introductorios, y no la abandona sino hasta el verso 752 en que regresa a la primera persona a modo de conclusión.  Es decir, el género es el que justifica la presencia de la función poética, propia de todo texto literario, y a su vez la aparición de la función conativa o apelativa con la consecuente preeminencia de la segunda persona, es decir, el lector o enunciatario al que Ovidio dedica su obra poética.
En cambio Tristia, primera obra que Ovidio escribe en el exilio, está  compuesta por cinco libros de elegías en forma epistolar en los que la extensión varía entre los treinta versos y los cien en la mayoría de los textos con la excepción del Libro segundo que en su totalidad se extiende por quinientos setenta y siete versos. En estos poemas el autor continúa  con el uso del verso elegíaco de sus obras de juventud para cantar las penas de amor, pero aquí,  se trata de la pérdida de todo: hogar, esposa, ciudad, amigos y libertad. En ella la primera persona intensifica la presencia de la voz del poeta, que pasa del arrepentimiento y la súplica al César a la defensa irreverente y a la resistencia personal a través de sus versos. La primera persona regresa al primer plano de la literatura latina de la mano de la función emotiva o expresiva que exige un Ovidio que necesita lamentarse y al mismo tiempo pedir perdón. Si bien su primer carmen del Libro primero está dirigido a su Parvus liber y por lo tanto la segunda persona gramatical será en ese caso la obligada, desde el primer verso, la voz del poeta se intercala y se hace omnipresente no solo a través de las formas verbales sino mediante el uso repetido y constante de pronombres de primera persona a modo de deícticos: “Parve –nec invideo- sine me, liber, ibis in urbem,/ ei mihi,(…)” “Pequeño libro- y no te envidio- sin mí irás a la urbe, ay de mí.”[4]
En  las Tristia, Ovidio no sólo escribe lo que vive, siente o añora; reflexiona, además, sobre su propia  producción: con qué palabras escribir, sobre qué tema hacerlo, acerca de la suerte de sus libros, sobre la pertinencia de sus obras anteriores y el destino que sufrieran, etc.: “carmina proveniunt animo deducta sereno; nubila sunt subitis tempora nostra malis.” “Los cantos delicados brotan de un alma serena;/ por súbitos males, adversos son mis tiempos.” [5]
Es decir, salimos de la parodia instruccional o las epístolas ficcionales para entrar de pleno en la lírica más egocéntrica, elegíaca y moderna. El sufrimiento del exilio hace que Ovidio abandone los artilugios literarios para adoptar la lírica más crudamente personal. La segunda y la tercera persona dejan lugar a la primera ya sea mediante el sintagma verbal o por medio de la deixis y por esto, la función apelativa deja lugar a la expresión más íntima del poeta.

         Marcas o Transformaciones temáticas

     Las Tristia están escritas desde la pérdida y la carencia. Ovidio ha perdido su identidad de escritor, su entorno inspirador, su audiencia, la seguridad de ser ciudadano de la Urbs. Está ausente, además, la posibilidad de dialogar y de mantener su lengua natal en uso: “verba mihi desunt (...)/ et videor Geticis scribere posse modis./ Crede mihi, timeo ne sint inmixta Latinis / inque meis scriptis Pontica verba legas.”“Me faltan palabras (...),/y que puedo escribir me parece en metros géticos./ Créeme, temo que estén con las latinas mezcladas/ y que en mis escritos leas palabras pónticas.”[6]
  Sin embargo, a pesar de las circunstancias decide escribir reconociendo que en el exilio, la escritura será el alivio que encuentre para superar la pena que lo aqueja. El mismo oficio que lo condenó será remedio para soportar el rigor del presente y la soledad: “sed nunc quid faciam? vis me tenet ipsa sacrorum,/ et carmen demens carmine laesus amo”.Más hoy, ¿qué haré? La misma fuerza de lo sagrado me tiene,/ y herido por el canto amo, demente, el canto.”[7]  Esta contradictoria sensación a la que el poeta da, entre otros, el nombre de demencia, le permite alejar su mente de la compasión hacia sí mismo y de la culpa por el supuesto error cometido en el pasado: “seu stupor huic studio sive est insania nomen,/ omnis ab hac cura levata mea est.” “Esta afición tiene un nombre: o estupor o locura,/ por este afán todo mi afán curado ha sido.”[8]

De Diego, en el trabajo ya citado, toma un concepto importante para el análisis de la situación del artista exiliado, el del presentismo absoluto. Este es un estado que resulta de “la nostalgia por lo perdido, dificultades laborales, rupturas afectivas, esterilidad creativa, inmovilismo.”[9] En la primera elegía del libro cuarto, Ovidio escribe no sólo sobre la angustia por lo perdido, sino también sobre la incertidumbre que el entorno hostil y amenazante le provoca: “quam miserum est, porta vitam muroque tueri,” “¡Cuán miserable es proteger la vida con puerta y con muro(...)”[10]  No obstante, decide escribir. Para hacerlo, enfrenta el temor que paraliza no sólo porque siente que su obra anterior está  cuestionada, sino porque asumirse como escritor en esta nueva etapa supone aceptar que escribirá desde una perspectiva artística y cultural que desconoce. Ya no es el mismo, pues la vivencia del destierro lo ha transformado; se siente vulnerable e inseguro y necesita recrear su rol de escritor para recuperar la voz censurada: “(...)sed carmina maior imago(...)/carmina mutatas hominum dicentia formas,/ infelix domini quod fuga rupit opus.”   “(...)sin embargo son los cantos mi imagen/ mayor(...)/cantos que narran de los hombres las formas cambiadas/ obra infeliz que del dueño rompió el exilio.”[11]

 Ovidio como artista exiliado alterna entre la desesperación por lo perdido, la esperanza de su recuperación y la conciencia de la necesidad de sobrevivir en la realidad que vive: “siquis, qui, quid agam, forte requirat, erit,/vivere me dices, salvum tamen esse negabis.” “Si alguien  hubiese que tal vez pregunte qué hago, / le dirás que yo vivo; no obstante, has de negar que esté salvo;”[12]. En su obra de exilio, la idea de “estar a salvo” se relaciona tanto con la preservación de la salud física como de la mental. Ovidio teme por ambas  pero sobre todo por esta última que, dañada, destruya su capacidad creadora. Y es tan perjudicial para el poeta sumirse en la pena de su situación de desterrado que en algunos de sus versos alude a la idea de la muerte. En el siguiente verso, ésta aparece relacionada con el temor de morir indignamente: “nec letum timeo; genus est miserabile leti.” “Ni temo la muerte: el género de muerte lamento”[13]. Pero también, el poeta la ha considerado como un alivio para terminar con la crudeza de la vida en el exilio: “una tamen spes est quae me soletur in istis,/ haec fore morte mea non diuturna mala.” “Una esperanza hay, empero, que en esto me trae consuelo: no serán, por mi muerte, durables estos males.”[14]

El poeta está circunscripto  a un espacio pequeño, oculto, cerrado, alejado. Escribe tímidamente excusándose todo el tiempo y rogando indulgencia para sus libros. Lamenta en sus versos la pérdida de sus amigos y de su entorno familiar. Añora el hogar. Si no fuera porque él asegura ser quien escribiera aquel libro que a amar enseñara, no podríamos reconocer en su obra de exilio al autor de estos versos: “ Prisca iuuent alios; ego me nunc denique natum/ Gratulor; haec aetas moribus apta meis,” “Lo antiguo otros gocen, yo, de haber hoy finalmente nacido,/me gratulo; esta edad es apta a mis costumbres.”[15] Lo alabado en Ars amandi es Roma y su grandeza; lujos, placeres sensuales,  poder y abundancia. Todo aquello que es digno de ser vivido por un ciudadano de la gran orbe. Todo es magníficamente calificado porque Roma ofrece al escritor el espacio cultural adecuado e inspirador para la creación artística.
Las Tristia instalan, en contraposición, a las obras anteriores al exilio, el espacio íntimo del poeta, hay una constante alusión autorreferencial en la que incluye sus estados de ánimo, la reflexión sobre las necesidad de escribir, los recuerdos de su vida pasada, la súplica del perdón del César y la revalorización de los afectos y espacios domésticos perdidos: “’Roma relinquenda est. Ultraque iusta mora est./ uxor in  aeternum vivo mihi viva negatur/ et domus est fidae dulcia membra domus.” “debo dejar Roma: son ambas demoras justas. / La esposa que vive, a mí que vivo, me es negada por siempre,/ y la casa, y de la fiel casa los dulces miembros.”[16] Como vemos, la ciudad y la casa son evocadas y plasmadas en el texto pero ya no como marco de acción ni proveedores de un tipo de placer, sino que están  ligados a la felicidad perdida y prohibida.
En conclusión, creemos haber puesto de manifiesto que la situación del exilio ha modificado el estilo de Ovidio desde la posición que éste adopta ante la actividad de la escritura y, por lo tanto en los aspectos más superficiales o formales tales como la función textual, el uso de la deixis, la primera persona y la extensión de sus textos. 


Bibliografía Básica Consultada
Benedetti, Mario (1986): El Desexilio y otras conjeturas, Editorial Nueva Imagen, Buenos Aires.
De Diego José Luis (2000): Relatos atravesados por los exilios En: Historia Crítica de La Literatura Argentina. Volumen 11.  Emecé, Buenos Aires.
Ovidio (1975) Arte de amar–Remedios del Amor Versión de Rubén Bonifaz Nuño, UNAM, México.
Ovidio (1974) Tristia  Versión de José Quiñónez Melgoza, UNAM, México.
Podlubne, J. y Giordano, A. (2000): Exilio y extraterritorialidad: Wilcock y Biaanciotti  En: Historia crítica de la Literatuta Argentina. Volumen 11, Emecé, Buens Aires.


[1] Benedetti, Mario. El desexilio y otras conjeturas.(1986). Editorial Nueva Imagen. Bs.As. Pág. 11.
[2] de Diego, José Luis. “Relatos atravesados por los exilios” en: Historia crítica de la Literatura argentina. La narración gana la partida..(2000) . Emecé Editores. Bs.As.
[3] Ovidio.Ars Amandi. (1975). Universidad Autónoma de México. México. Libro primero, versos 35 y 36.
[4] Ovidio. Tr. Libro primero, elegía 1, versos 1 y 2.
[5] Ovidio. Tr. Libro primero, elegía  1, versos 39 y 40.
[6] Ovidio. Tr. Libro tercero, elegía 14, versos 46-50.
[7] Ovidio. Tr. Libro cuarto, elegía 1, versos 29 y 30. 
[8] Ovidio. Tr. Libro primero, elegía 11, versos 11 y 12.
[9] de Diego, José Luis. Op.cit.
[10] Ovidio. Libro cuarto, elegía 1, verso 69.
[11] Ovidio. Libro primero, elegía 7, versos 11, 13 y 14.
[12] Ovidio. Tr. Libro primero, elegía 1, versos 18 y 19.
[13] Ovidio. Tr. Libro primero, elegía 2. verso 51.
[14] Ovidio. Tr. Libro cuarto, elegía 6, versos 49 y 50.
[15] Ovidio.Ars Amandi. Libro tercero, versos 121 y 122.
[16] Ovidio. Tr. Libro primero, elegía 3,  versos 62, 63 y 64.

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