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Santiago, Manuel - HIPÓTESIS ALTERNATIVA DE “LA INVENCIÓN DE MOREL" de A. Bioy Casares

Hipótesis alternativa de “La invención de Morel” de A. Bioy Casares[1]


*      EL FUGITIVO DELIRA Y TODO LO QUE VIVE EN LA ISLA ES UNA ALUCINACIÓN MOTIVADA POR LA SOLEDAD Y EL TEDIO Y EL PERSONAJE DE MOREL ES UN ALTER-EGO DE ÉL MISMO.
A continuación me propongo probar desde el texto la hipótesis anterior, utilizando fragmentos del mismo en forma cronológica. Mi intención es dar una “duda razonable” a la tradicional interpretación de la novela.
Para comenzar, y desde muy temprano en la novela, el fugitivo plantea la idea que le dará sentido a la invención de Morel (este axioma[2] será luego desarrollado por Morel con su invento.):
Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado […] hay que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia […]”[3]
E inmediatamente después comienza una serie de descripciones catalíticas que funcionan como distractores de lo que acaba de decir.
“En el hall, las paredes son de mármol rosa […]"
Más adelante:
                   “Yo estaba enfermo. Tuve la esperanza de que en alguna parte del museo hubiera un mueble con remedios; arriba no había nada; bajé a los sótanos y esa noche ignoré mi enfermedad, olvidé que los horrores que estaba pasando vienen, solamente, en los sueños.”[4]
 Aquí los puntos suspensivos introducen el delirio. “bajé a los sótanos y…” es un hiato, un lapso de inconsciencia donde el narrador se pierde y allí comienzan las visiones. “Esa noche ignoré mi enfermedad”. Lo que ignora es su condición de delirante, una condición desarrollada quizá por la soledad y la necesidad de compañía; “olvidé que los horrores vienen solamente en los sueños”, esto es, en sus alucinaciones.
“Me rodearon los mismos pasos […] pero esa vez los comprendí […] escoltado por una bandada solícita de ecos, multiplicadamente solo […]”[5]
Aquí es cuando el fugitivo comienza a redondear su alucinación, es decir, el momento en que la figura de los ecos comienza a delimitarse. Dice: “esa vez los comprendí”, esa vez les dio sentido, les creó una forma lógica, ya que las proyecciones de la “máquina” no son más que ecos perfeccionados.
La justificación de sus alucinaciones se encuentra inmediatamente después en el texto:
“[…] este refugio pone a prueba el equilibrio mental […] Donde no hay ecos el silencio es tan horrible como ese peso que no deja huir, en los sueños. El lector atento puede sacar de mi informe un catálogo de hechos más o menos asombrosos; el último es la aparición de los actuales habitantes de la colina […]”
La primera afirmación da la pauta de que, en alguna parte, él sabe que estar solo en la isla pone en peligro su cordura, ya que “donde no hay ecos”, donde no hay nadie más que uno mismo, el silencio es tan horrible como ese peso que no deja huir, en los sueños. La segunda es un guiño al lector puesto que acaba de darle una pista para inferir la “aparición” de los “actuales habitantes de la colina”, de los ecos que necesita para que el silencio no sea tan horrible.
“¿Habrá que ver en los turistas de hoy a los constructores del museo, de la capilla, de la pileta de natación? […] de esta casa infectada de ecos […]”[6]
Esta afirmación, casi inmediata al fragmento recientemente analizado, da la pauta de que ya sabe algo, antes de saber “realmente”. Él está dando forma a su delirio.
“[…] conviene a mi seguridad renunciar, interminablemente, a cualquier ayuda de un prójimo […] esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas.”[7]
Utiliza un adjetivo extraño: “interminablemente”. No es inevitable su renuncia,  tampoco dice, renunciar para siempre, sino interminablemente, o sea, nunca va a terminar de renunciar a la ayuda de un prójimo. Quizá él vea en los turistas un no prójimo, o una especie de pseudo-prójimos en los que no podrá nunca terminar de confiar.
Después de resolverlo, he ganado en tranquilidad”:
una vez construida la realidad, está más tranquilo, menos solo.
La última afirmación es diferente, él teme a la mujer, a la esperanza que ella le da, a lo mejor intuyendo el trágico desenlace que por ella tiene.
“He seguido la tradición de los solitarios; he comido raíces […] esta gente desaparecerá; tal vez he tenido alucinaciones […]”[8]
En este fragmento él mismo busca una justificación de lo que le pasa, tal vez sea una intoxicación por comer raíces desconocidas. El hecho es que aceptar que por soledad o por locura se inventan personas es inadmisible para la conciencia de un hombre culto. (Porque el fugitivo es un hombre culto, se nota desde su discurso, al hablar de Malthus y Shakespeare, por ejemplo).
“estaba en los cuartos reservados para los sacerdotes […] de pronto hubo dos personas bruscamente presentes, como si no hubieran llegado, como si hubieran aparecido nada más en mi vista o imaginación Me escondí […] queriendo aislar los pasos o la voz de alguien que estuviera avanzando hacia mi refugio, evitar otra aparición inesperada […] empecé a oír fragmentos de una melodía concisa, muy remota […]Después de un rato fui a la ventana. El agua apenas dejaba vertuve una sorpresa tan grande que no me importó asomarme por la puerta abierta. […] Aquí viven los héroes del snobismo o soy el público previsto desde un comienzo. […] Esto es verídico, no es una invención de mi rencor […]”[9]
En este fragmento un tanto extenso hay, al menos, tres puntos destacables, el primero es el correspondiente a dos afirmaciones, una es “como si hubieran aparecido nada más en mi vista o imaginación” y la otra es “o soy el público previsto desde el comienzo”. En ambas se describe el delirio; en la primera, el fugitivo nota que ve apariciones que solo existen para él, esto corresponde a la tradicional interpretación que se hace de la novela y que estaría justificada con la introducción de una máquina inventada por Morel, es la segunda la que le da el sentido: el fugitivo es el público previsto de un drama, él es el público de su propio drama y está previsto desde el principio, por él mismo, para soportar la soledad.
El segundo punto a resaltar es el hecho, anteriormente destacado y disperso por toda la narración como una marca, de los puntos suspensivos como introductorios de las alucinaciones más fuertes, quizá por ser traumáticas en la mente del narrador, y demuestran un tiempo en el pensamiento de quien nos cuenta la historia. Son, como dije antes, como un hiato de sus pensamientos, “de pronto hubo dos personas presentes en mi imaginación” ahí está el lapso en blanco, el hiato en la cordura. “Me escondí queriendo evitar otra aparición inesperada” con la confusión viene la alucinación: “empecé a oír una melodía Más confusión “fui a ver y en el punto máximo de su enajenación tiene la visión de personas bailando bajo la lluvia.
La tercera cuestión que subrayo es la última oración, “Esto es verídico, no es una invención de mi rencor”. Aquí se observa la negación típica de una persona que no quiere reconocer algo, está confundido porque no puede explicar lo que sucede y a la vez se defiende de cualquier interpretación desfavorable, sumándole a esto los puntos suspensivos al final de la frase que atribuyen el hiato en la razón del narrador.
“me dije que todo era vulgar: el tipo bohemio de la mujer y mi enamoramiento propio de solitario acumulado […]”[10]
Esta cita demuestra una vez más cómo el narrador, por momentos, habla como si todo fuera un producto –a veces vulgar que no lo convence- de su imaginario, “propio de solitario acumulado”.
“había trazado un plan […] Todavía el sol estaba arriba del horizonte (no el sol: la apariencia del sol; ese momento en que […] uno lo ve donde no está […]”
“[…] descubrí una antigua ley psicológica. Me convenía hablar desde un lugar alto, que permitiera hablar desde arriba. Esta mayor elevación material contrarrestaría, en parte, mis inferioridades.”[11]
Aquí hay una analogía entre el jardincito que le construirá a Faustine y la alucinación como un plan. La metáfora del sol es un paralelismo con la propia situación alucinatoria en la que el protagonista de la novela está, digamos, viendo soles donde no están.
La segunda cita hace referencia otra vez a su necesidad de compensar su inferioridad material.
“verla: como posando para un fotógrafo invisible […]”[12]
En su mente ya tiene la figura de la mujer siendo capturada por la cámara, el desenlace de la novela es una continuación de esta.
“He trabajado como un ejecutante prodigioso; la obra sale de toda relación con los movimientos que la hicieron. Tal vez la magia dependa de esto: había que aplicarse a las partes […] Desde el trabajo no podía preverse la obra concluida; sería un desordenado conjunto de flores o una mujer, indistintamente. Sin embargo, la obra no parece improvisada […][13]
Aquí otra vez la obra del jardincito es una construcción paralela de una realidad alternativa, quizá como un guiño del autor hacia el lector. Se admite que “la obra sale de de toda relación con los movimientos que la hicieron”, es decir, la obra es más grande de lo esperado ya que “desde el trabajo no podía preverse la obra concluida”. La obra del fugitivo puede ser un conjunto de flores o una mujer. La obra no parece improvisada, sino más bien tiene sentido, y el narrador se salva de mostrarse como un delirante.
Más adelante en la novela el fugitivo nota el peligro del divague (aclaro que él no es consciente de su delirio, sino que tiene lapsos de conciencia en el relato, disimulados,  que dan a entender que algo presiente pero que, en seguida, la confusión es más fuerte y la conciencia cede a la alucinación) y lo manifiesta de esta manera:
“Creo, sin rebelión, que la obra no debiera perderme […] [en el jardín] se manifiestan los peligros de la creación, la dificultad de llevar diversas conciencias, equilibradamente, simultáneamente […]”[14]
Luego:
“Me parece que desde hace mucho sabía el alcance funesto de mis actos, y que he insistido con frivolidad y con obstinación[15]
Aquí nuevamente aparecen los puntos suspensivos en un momento de confusión mayúscula, o de debilidad.
Morel: “[…] el plazo es corto, tres días y ya no importará.”
Fugitivo: “El hombre quiso restar importancia a sus palabras anteriores […]”
Morel: “No hay que preocuparse, no vamos a discutir una eternidad […]”[16]
En este fragmento se ve cómo Morel y el fugitivo son personajes paralelos, el fugitivo sabe a qué partes del relato de Morel prestarle atención y adivina sus pensamientos, más adelante será más evidente.
“El tipo de ambos corresponde al ideal que siempre buscan los organizadores de largas series de tarjetas postales indecentes. Armonizan: un barbudo pálido y una vasta gitana de ojos enormes Hasta creo haberlos visto en las mejores ediciones del Pórtico Amarillo, en Caracas.”[17]
Este fragmento pone en evidencia un hecho de suma importancia, el fugitivo ya conocía al modelo de personas que rescató de su memoria para darle vida a Faustine y a Morel, y la confusión al notar esto se evidencia nuevamente con los puntos suspensivos como nube en la razón de quien nos relata los hechos. Él podría darse cuenta, pero lo oculta en el plano inconsciente, esa es la función de ese signo ortográfico.
“Mi decisión de no aparecer ante Faustine duró cuatro días […]”
Luego hay una conversación entre Morel y Faustine y el fugitivo comenta:
“Tenía, también, esa idea de vuelta al pasado, pero referida a otros temas.”[18]
Esa idea de vuelta al pasado se refiere a los cuatro días que pasó sin tener ninguna visión, es él el que crea las conversaciones. Esos son los otros temas a los que se hace alusión.
“no debe el lector imaginar que está descubriendo el amargo fruto de mi situación […] yo estudié el tema antes del proceso […]”[19]
Aquí otra vez la negación. Se autojustifica desde un lugar científico, durante toda la novela el fugitivo intenta darle veracidad a su relato, una veracidad científica. Este es otro paralelismo con el personaje de Morel, que da a las visiones una explicación de este tipo.
Luego de volver a plantearse la posibilidad de que todo sea producto de alucinaciones provocadas por la ingesta de raíces alucinógenas, el fugitivo baja a los sótanos donde están las máquinas que, según él, controladas por las mareas alimentan de electricidad los edificios.
“no recuerdo cómo salí […]”[20]
El personaje narrador de la historia tiene lapsos de inconsciencia o de pérdida de partes de su memoria, justo en momentos en los que sería inexplicable salir o entrar a algún lugar. Esta pérdida momentánea de memoria puede ser producto de la alucinación.
“Morel propuso el tema de la inmortalidad […]”[21]
Este es el primer postulado de nuestro personaje, su “axioma” como él lo llama, en boca de Morel.
“Anoche soñé esto: Yo estaba en un manicomio. Después de una larga consulta (¿el proceso?) con un médico, mi familia me había llevado ahí. Morel era el director. Por momentos yo sabía que estaba en la isla; por momentos creía estar en el manicomio; por momentos era el director del manicomio.”[22]
Los sueños pueden ser manifestaciones del inconsciente, aquí el fugitivo está loco y es el director de su propia locura. Hay también una evidente identificación con Morel.
“Acumulé pruebas que mostraban mi relación con los intrusos como una relación entre seres de distintos planos […]”[23]
Los planos diferentes son los correspondientes a imágenes creadas y su creador.
“Contaré fielmente los hechos que he presenciado entre ayer a la tarde y la mañana de hoy, hechos inverosímiles, que no sin trabajo habrá producido la realidad ahora parece que la verdadera situación no es la descripta en las páginas anteriores; que la situación que vivo no es la que yo creo vivir.”[24]
La realidad es la que produce los hechos, él es el que los produce. Luego, otra vez los puntos suspensivos introduciendo la confusión mental, la debilidad en la mente, al afirmar: “la situación que vivo no es la que yo creo vivir”.
“Viendo a esa gente, oyendo esa conversación, nadie podía esperar la negación de la realidad que vino después […]”[25]
Es decir, con imágenes tan vívidas nadie podría imaginar que está alucinando.
A partir del discurso de Morel pueden establecerse paralelismos muy fuertes entre él y el fugitivo.
“mi cerebro ha tenido, desde hace mucho tiempo, dos preocupaciones primordiales: pensar mis inventos y pensar en…”[26]
No la nombra, pero el fugitivo ha tenido también dos ocupaciones primordiales, su supervivencia y… una chica. Tal vez, Faustine.
“Las esperanzas de enamorarla han quedado lejos; ya no tengo su confiada amistad; ya no tengo el sostén, el ánimo para encarar la vida.”[27]
Estas bien podrían ser palabras del fugitivo, quien teme a las esperanzas y, por eso, está desesperado, por la falta de su amor.
“Hasta aquí un discurso repugnante y desordenado. Morel, mundano hombre de ciencia, cuando deja los sentimientos y entra en su valija de cables viejos, logra mayor precisión […]”[28]
Morel, al igual que el fugitivo, confieren gran importancia a los datos científicos para realizar un discurso prolijo y convincente.
“Dirigí mi atención a las imágenes que se forman en los espejos […][29]
A ambos les llaman la atención los espejos.
“no quiero ocuparme de los  compañeros de isla porque me parece que no les falta materia para convertirse en obsesiones […]”[30]
El fugitivo se da cuenta de que las visiones pueden volverse una obsesión.
“Un hombre solitario no puede hacer máquinas ni fijar visiones, salvo en la forma trunca de escribirlas o dibujarlas, para otros, más afortunados.”[31]
Reconoce que él solo puede inventar (dibujar) las máquinas, desde su pobre condición de solitario.
“Faustine es el móvil de todo […]”[32]
Acepta que la mujer es quien lo motiva a sus divagues.
Encerrado en el cuarto celeste:
“[…] Reprimiéndome, encontraré la manera de salir”[33]
Es decir reprimiendo su alucinación, el delirio de estar atrapado en un cuarto celeste que se reconstruyó por acción de una máquina inventada por Morel.
El narrador aquí da una serie de descripciones sobre lo complicado de los motores, la importancia que le debe haber dado Morel al hecho de que sean indescifrables, ya que de este hecho deriva su inmortalidad, etcétera, etcétera. De pronto, tal vez logrando la represión deseada:
“[…] los motores dejaron de ser un casual montón de hierros, tuvieron formas, disposiciones que permitían entender su cometido. Desconecté y salí.”[34]
Hay una nota al pie (en mi edición en la página 160) en la que el narrador básico de la novela postula una hipótesis en la que el mundo está constituido solamente por sensaciones; esto parece apoyar el hecho de que toda la invención de Morel, que no es otro que el fugitivo, sea una de esas sensaciones constitutivas de mundo. En otras palabras, si el mundo está constituido por sensaciones por qué no puede un solitario constituir su propio mundo.
“Quizá atribuya a Morel un infierno que es mío […]”[35]
Confiesa el fugitivo.
“tu Elisa […] pareciéndote más a Faustine […] ¡y yo creí que no te quería! […]”[36]
Aquí se completan los puntos suspensivos en el relato de Morel, los puntos suspensivos en el amor del fugitivo. Elisa es Faustine, la imagen de Faustine es el amor dejado en Venezuela, la añoranza por la que la vida en una isla desierta es insoportable, por la que vale la pena morir.
“Aún veo mi imagen en compañía de Faustine. Olvido que es una intrusa […] consuela morir asistiendo a un resultado tan satisfactorio […][37]
Aquí pareciera que se refiere a su imagen como intrusa de la imagen de Faustine, pero es un juego con la ambigüedad de la frase, es Faustine la intrusa. Ella es la intrusa en su realidad, la intrusa en su cariño, ya que la verdadera destinataria de su amor es la mujer en Venezuela, Elisa. El resultado satisfactorio no es mezclar su imagen con la de Faustine para un posible espectador, sino para él. La satisfacción la encuentra en la falta de sufrimiento al morir, quizá de inanición, o, al menos, al encontrar un consuelo suficientemente piadoso. Piedad que en su último aliento ruega a un posible lector de su diario.


[1] Adolfo Bioy Casares, “La invención de Morel”, Ed. LA NACIÓN, 2000.
[2] Def.: Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración. Diccionario de la Real Academia Española virtual, http://www.drae.rae.es
 La palabra es usada por el narrador en la página 132 de la Op. Cit.
[3] Op. Cit. (pág. 27).
3Op. Cit. (pág. 31).
4 Op. Cit. (pág. 33).
[6] Op. Cit. (pág. 34).
[7] Op. Cit. (pág. 35).
[8]Op. Cit. (pág. 39).
[9] Op. Cit. (pág.40, 41 y 42).
[10] Op. Cit. (pág. 43).
[11] Op. Cit. (pág. 44 y 45).
[12] Op. Cit. (pág. 46).
[13] Op. Cit. (pág. 53).
[14] Op. Cit. (pág. 57).
[15] Op. Cit. (pág. 58).
[16] Op. Cit. (pág. 61).
[17] Op. Cit. (pág. 62).
[18] Op. Cit. (pág. 65).
[19] Op. Cit. (pág. 66).
[20] Op. Cit. (pág. 72).
[21] Op. Cit. (pág. 76).
[22] Op. Cit. (pág. 87).
[23] Op. Cit. (pág. 88).
[24] Op. Cit. (pág. 94).
[25] Op. Cit. (pág. 102).
[26] Op. Cit. (pág. 108).
[27] Op. Cit. (pág. 109).
[28] Op. Cit. (pág. 110).
[29] Op. Cit. (pág. 113).
[30] Op. Cit. (pág. 125).
[31] Op. Cit. (pág. 130).
[32] Op. Cit. (pág. 62).
[33] Op. Cit. (pág. 142).
[34] Op. Cit. (pág. 149).
[35] Op. Cit. (pág.161).
[36] Op. Cit. (pág. 166).
[37] Op. Cit. (pág. 167).

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