El Poeta
Si oportunamente alguien arriesga una posible definición de poesía debería al menos tener en cuenta qué es un poeta. Yo, sin dudas, en el transcurso de este escrito no intentaré definir lo indefinible, pero si intentaré, con la ayuda de la poesía, acercarme al sentir del poeta y su importancia como constructor de un mundo imprescindible; por eso, sólo en el comienzo, me dejaré llevar por un poema de Octavio Paz:
Epitafio para un poeta[1]
Quiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.
Es interesante tener en cuenta cómo el poeta es representado en el poema por un poeta. ¡Qué paradoja! Aquí hay un planteo que toma una trascendencia inusitada, pero enérgica y sólida, ya que señala el intento por escapar de una “realidad” restringida que sólo cobra vida mediante el arte. Sin embargo, no olvidemos que es la muerte la protagonista de la situación, ya que sin ella sería imposible que el poeta pretenda cantar. El querer del poeta mediante el arte es una manera de escapar de la muerte; tal vez porque el poeta tiene tanta conciencia de la finitud de la vida que canta para poder trascenderla, para poder perpetuarse. En el poema, esta situación se ve descripta por los antagonismos planteados desde el olvido y el recuerdo, desde la mentira y la verdad, como impresiones de una lucha interna que sólo se superan mediante el canto. El canto como liberación, como el querer, pero el seguir continuamente. El Poeta es, según nuestra visión, un querer ser, una inconclusa búsqueda que mediante la palabra se hace canto y poesía. Vida...
Señalaba Nietzsche: El poeta conduce triunfalmente sus ideas sobre el carro del ritmo, seguramente, porque éstas no son capaces de ir a pie.[2] Es el ritmo el que hace vibrar al poeta y a sus ideas. Pero, ¿acaso alguna vez no hemos preguntado qué seríamos sin los poetas? Pienso en Homero, en Virgilio, y en otros tantos que fomentaron la construcción de distintas civilizaciones; también pienso en los juglares, en el cantar popular, y en su trasmisión generacional. Dice Jaime Rest[3] acerca de la poesía: En un sentido general, puede afirmarse que su empleo se ha mantenido ininterrumpido desde el momento en que los antiguos griegos comenzaron a utilizar este vocabulario, que en su lengua significa “producción” o “creación”, para denominar el objeto artístico engendrado por la plasmación imaginativa del lenguaje o por la invención de fábulas y mitos (en contraste con la historia, que está consagrada al registro de sucesos reales). Aquí radica lo elevado de los poetas, del poeta como creador de un imaginario que no es verificable, pero que ha establecido una nueva manera de concebir el mundo. ¿Acaso Roma sin La Eneída hubiera sido lo que fue? ¿Seríamos nosotros lo que somos? Creo que no, que la ficción ha construido de un modo u otro la “realidad” y que sus poetas siempre han creado un mundo mejor y elevado. Ya decía Oscar Wilde: La vida imita al arte. Es por eso que los poetas y la poesía son fundamentales para la solidificación y maduración de una sociedad más justa y libre. Podría apelar al concepto de “Ficciones orientadoras”[4] de Nicolás Shumway para continuar con mi planteo, ya que es esto lo que han realizado los poetas (con o sin esta intención) y han sido utilizados por los gobiernos, desde Augusto en la antigua Roma hasta la actualidad. No obstante, en la actualidad el poeta y su discurso han quedados relegados por el mercado devorador que, a su vez, se ha conformado como nuevo ordenador de lo “real”. Es por eso que es esencial la valorización del poeta y de la poesía. Sin embargo, todavía no he podido dilucidar qué es ser poeta y me pregunto: ¿es posible definirlo? Lo dudo, y también dudo que sea tan importante definirlo como sentirlo y leerlo. Esto me hace pensar que quizá todas estas palabras que he escrito hayan venido a mi mente luego de haber visto una remera, hace un tiempo, en una manifestación popular que decía: Más poesía, menos policía. No lo sé, pero creo que la poesía y los poetas son los mejores representantes de las clases populares, no sólo por su origen juglaresco y oral, sino también por lo planteado anteriormente. Espero poder trasmitir, de algún modo, ese fervor que me une a ambos. Y larga vida a los poetas.
Bibliografía:
-Alvarado, Maite y Yeanotegui, Alicia (2000) La escritura y sus formas discursivas. Buenos Aires, Eudeba.
-Bas, Alcira y otros (2000). Escribir: Apuntes sobre una práctica. Buenos Aires, Eudeba.
-Bravo, Ana y Adúriz, Javier (2000). El ensayo o la seducción de lo discutible.
-Silvestri, Adriana (1998). En otras palabras. Las habilidades de reformulación en la producción del texto escrito. Buenos Aires, Cántaro.
[1] Paz, Octavio. Libertad bajo palabra. México, Fondo de Cultura Económica, S. A. de C. V. 1960.
[2] Nietzsche, Friedrich. Humano, demasiado humano. 1° ed. Buenos Aires, Need, 2004.
[3] Rest, Jaime. Conceptos de literatura moderna. Centro Editor de América Latina, 1991.
[4] “Las ficciones orientadoras son creaciones tan artificiales como ficciones literarias”, pero que “son necesarias para darles a los individuos un sentimiento de nación, comunidad, identidad colectiva, y un destino común nacional”.
Shumway, Nicolás. La invención de la Argentina. Historia de una idea. Buenos Aires, Editorial Emecé, 1995.
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